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Opinión / 'El juego del calamar': ¿qué tan original es la serie de Netflix?
Ultraviolenta, caricaturesca y arriesgada, pero poco novedosa. Análisis de la exitosa producción.
Más de un centenar de hombres y mujeres se desploman en un enfermizo festín de disparos. Las sudaderas verdes que llevan se manchan con el rojo intenso de la sangre, en un cuadro en el que la tensión por sobrevivir a un cruel juego que les podría cambiar sus miserables vidas se convierte en el alma y el nervio vital de la serie más violenta y comentada en este momento en Netflix.
El juego del calamar es una arriesgada y no tan original historia acerca de un grupo de personas que tratan de pasar una serie de pruebas en las que perder significa la muerte.
Uno podría dar un vistazo al pasado y encontrar una cierta cercanía con 'The Running Man' (1987), en la que Arnold Schwarzenegger y María Conchita Alonso eran la carnada de un reality (cuando ese formato ni siquiera existía) en el que la audiencia apostaba por convictos arrastrados a pelear por sus vidas; aunque una fuente de inspiración más fidedigna es la famosa película japonesa 'Batalla real' (2000), en la que un grupo de adolescentes tiene que, literalmente, matarse entre sí, en una competencia enfermiza.
Otras aproximaciones como 'Los juegos del hambre' (2015) o 'Maze Runner' (2014) se quedan en pañales ante la idea que expone 'El juego del calamar', que consigue robarse la atención del espectador mientras muda de piel pasando del drama con cierto tono caricaturesco –la imagen de un protagonista caído en desgracia, el típico perdedor– al terror y la crítica social que aumenta en violencia en cada episodio.
El juego de la humanidad corrompida es algo que ya somos capaces de ver y, sobre todo, de aplaudir
La experiencia de un padre que quiere reconectar con su hija, la decisión de aprovechar el último aliento de un hombre mayor con la muerte respirándole en la nuca y el espíritu guerrero de una joven de Corea del Norte que a pesar de su naturaleza traicionera tiene una noble motivación para meterse en semejante peligro no generan una gran empatía dentro de la historia, pero sí un interés desbordante acerca del final que les espera y una exploración visual de esa misma violencia, que asombra totalmente.
Ahí radica el éxito de esta producción de nueve episodios creada por Hwang Dong-hyuk, un guionista de 50 años que se paseó por estudios y canales en Corea durante casi una década con la historia, antes de que Netflix decidiera llevarla a la pantalla. No era fácil que la receta de sangre, dolor y uno que otro trozo de humor muy fino para calmar su ruda travesía funcionara en la televisión tradicional.
Esta serie de Netflix se estrenó hace menos de 15 días y ya es tendencia en varios países de Latinoamérica. Foto:@NetflixLat
Pero al final cumplió su cometido de ser el caldo de los comentarios (en su mayoría entusiastas y apasionadamente positivos) en las redes sociales, a pesar de que su intención no es alertar sobre un hipotético mundo horrible donde unos manipulan la desesperación de otros, sino evidenciar que el juego de la humanidad corrompida es algo que ya somos capaces de ver y, sobre todo, de aplaudir.